En México, una está acostumbrada a que los políticos digan más o menos el 10% de la verdadera magnitud de algún problema. Por eso es que el anuncio de la suspensión de clases en todos los niveles educativos el viernes 24, para evitar el contagio de la influenza porcina, ha sumido a medio Distrito Federal en el pánico. Ayer, la ciudad lucía un rostro de tapabocas y ya en la noche era imposible conseguir este paliativo psicológico en las farmacias. Las vacunas de la influenza, inútiles para esta nueva variedad de la enfermedad, estaban agotadas también. Hoy se llevarán a cabo partidos de futbol sin público, se suspenderán conciertos, los cines y teatros cerrarán sus puertas. La Ciudad de México tendrá otro rostro mientras científicos de E.U. y Canadá se queman las pestañas para desarrollar una vacuna y el mundo entero se pone en alerta.
La noticia de que un grupo de adolescentes harían un fiesta virtual, por el messenger, llamada "Influenza" me pareció una muestra más de la capacidad de los mexicanos para darle la vuelta a lo imposible.
La noticia de que un grupo de adolescentes harían un fiesta virtual, por el messenger, llamada "Influenza" me pareció una muestra más de la capacidad de los mexicanos para darle la vuelta a lo imposible.